Se puede hablar del tiempo y del arte pero el filósofo alemán Gadamer supo recoger muy bien ambos términos al hablar de “la prueba del tiempo”: “Las artes nacieron en el rincón opuesto del tiempo: nacieron justamente para ser eternas, ahistóricas, atemporales; nacieron para ser la memoria, no del recuerdo fotográfico, sino la memoría de lo nunca sucedido, de lo oculto, de lo perdurable y de lo originario. Np de lo que fue, sino de lo que nunca ha sido pero en cualquier momento puede ser. Las artes están cobijadas bajo una de las alas del pasado, si, pero es el ala que rema eternamente sobre el presente. Toda la obra de arte verdadera es irremediablemente ahora”.
La sombra del tiempo 
La verdad es que siempre he creído que el propósito último de toda persona medianamente consciente es lograr la inmortalidad. Precisamente porque es imposible, la buscamos sin parar y nos aferramos a cualquier ilusión de inmortalidad.
Creo que no podemos parar el tiempo ni ser ahistóricos, nunca, en ningún caso. Todo lo que podemos conseguir son eso, ilusiones. Y es cierto que el arte es la mejor de las ilusiones de inmortalidad. Por eso tantas veces se ha pensado que es real. Pero no lo es.
El tiempo se acabará algún día para todos. Incluso el sol tiene que apagarse, antes o después. Pero si comprendiéramos el significado de todo lo que estoy diciendo la vida sería insoportable (aún no he conocido al «superhombre» de Nietzsche). Así que, con permiso, olvidaré todo lo dicho y seguiré creyendo ingenuamente que, dentro de cien o quinientos años, algo de mí existirá aún.
Enhorabuena por tu blog.